Hermana Marta Córdova Alemán, quien celebró sus 102 años de vida el 16 de junio, es un ejemplo de entrega y fidelidad al Señor. Nacida en el seno de una familia profundamente cristiana en Jerusalén, departamento de La Paz, recibió de sus abuelos y padres la semilla de la fe que, más tarde, germinaría en su llamado al ministerio. Motivada por el testimonio de un pastor del Instituto Bíblico, ingresó al Instituto Bíblico de Guatemala —hoy Seminario Teológico Centroamericano— donde se capacitó durante tres años y se graduó como misionera evangélica.
Al poco tiempo de su formación, aceptó el encargo de dirigir a las señoritas en el Instituto Bíblico Centroamericano en Guatemala, cargo que desempeñó por un año, fortaleciendo la enseñanza bíblica en la región. De regreso a El Salvador, inició su carrera como obrera de apoyo pastoral en la iglesia de Santiago Nonualco, donde durante tres años se dedicó especialmente al trabajo con niños, mujeres y jóvenes.
Posteriormente, la Iglesia Central en San Salvador la acogió como maestra de Biblia y escuela dominical durante 36 años, periodo en el que dejó una huella imborrable en miles de fieles. Paralelamente, desarrolló ministerios con jóvenes, pre‐jóvenes y la sociedad femenil, y al abrirse el Colegio Evangélico, compartió sus conocimientos impartiendo clases bíblicas desde segundo hasta sexto grado.
Su labor misionera la llevó, junto a su tío don Eliseo Hernández, a recorrer todo el país —desde Perquín hasta la frontera con Guatemala— a través de Escuelas Bíblicas de Vacaciones, llegando a cientos de comunidades con el mensaje de Cristo. Tras casi 35 años de estrecha colaboración con su tío, centró su ministerio en la consejería espiritual y la intercesión en oración, prestando apoyo a quienes la solicitan y participando en aniversarios y eventos de iglesias, incluso a distancia mediante grabaciones.
A lo largo de más de un siglo de vida, Hermana Marta ha cultivado una visión de profunda gratitud, consciente del privilegio de servir en cada rincón de El Salvador. Su consejo a las nuevas generaciones de líderes es simple pero esencial: “Oren al Señor y confíen sus problemas en Sus manos”. Su legado de fe, enseñanza y servicio continúa inspirando a toda la comunidad cristiana del país.